Proceso terapéutico
Etapas
“Hace ocho días en el grupo si me tocaron las fibras del sentimiento. Me doy cuenta de que sí nos estamos dando la confianza.”
En un grupo de autoayuda es posible superar incluso las más difíciles situaciones emocionales, pero esto nunca es automático y mucho menos instantáneo. Para lograr los beneficios posibles con la participación, es importante conocer las etapas y características del proceso terapéutico propio del trabajo de asuntos emocionales en un grupo de autoayuda.
El grupo brinda información y otros recursos, pero cuando de lo emocional se trata, tanto su estructura y organización, como las premisas y principios para la participación, hacen posible y generan un especial tipo de trabajo. Conocer su carácter y momentos es ventajoso.
Siendo un espacio social, antes que una "técnica terapéutica", especialmente los profesionales del ámbito "psi" suelen dudar de los efectos terapéuticos que se pueden lograr, al participar en un grupo de autoayuda. Para el integrante, lo necesario es conocer y comprender sus características. En la medida en que se comprenden, se logran también mejores resultados.
En el trabajo de las emociones cada integrante pasa repetidamente por un ciclo, conforme aborda distintos asuntos. Si se analiza y considera este proceso, es posible aprovecharlo mejor y ayudar todos a que se logre.
Catarsis
“Yo al menos me he dado cuenta que poco a poco, desde que mi organismo empezó a protestar y a protestar desde hace algunos años, siempre me sentí enferma. Me buscaban y me decían que no tenía nada; estaba físicamente normal. Pero me sentía muy mal. Mi organismo estaba protestando por esa agresión tan fuerte que vivía, hasta que definitivamente exploté. Abrí mi válvula de escape emocional y empecé a sentir que cada vez me recuperaba más emocionalmente...”
El observador casual y muchos nuevos integrantes suelen pensar que solamente se trata de catarsis. Esto es cuando al hablar frente al grupo una persona narra lo que vivió y sintió, reviviéndolo con toda la emoción original; llorando; gritando y con otras fuertes expresiones de su sentimiento.
La catarsis permite recordar y revivir al detalle un evento o situación. Esto es frecuentemente necesario para traer a la memoria todo lo que necesitará ser hablado y trabajado. Es verdad que se sufre nuevamente, pero cuando se busca avanzar, esto es parte importante.
Todo lo que tenemos aparentemente sepultado esta en realidad permanentemente presente, continuamente dañándonos. Es aquello que nos lleva a repetir actitudes, formas de respuesta y acciones que son el freno de nuestro potencial y capacidad de decisión autónoma y elección consciente.
La catarsis suele ser un primer momento y etapa, difícil, pero en muchas ocasiones esencial. Cuando se entra en ella, el grupo lo reconoce y suele dar tiempo, apoyo y espacio.
El que la catarsis sea comúnmente parte es distinto a que se haga una rutina y hasta requisito. Muchas veces sale sobrando y pierde su utilidad si se hace repetición de otras anteriores. En esos casos, llega incluso a ser obstáculo e impedir el avance.
Asociación libre
“Estoy aprendiendo nuevas cosas. Estoy aquí en el grupo aprendiendo algo que ignoraba, algo que para mí era difícil descubrir y de aprender. Ahora sí espero no dejar de vivir algo con ustedes desde el principio, porque la verdad sí me ha ayudado bastante.”
Se continúa el proceso trabajando lo que se logró traer a la memoria y consciencia, al menos en un primer momento, por ejemplo mediante alguna catarsis. Es entonces que saltando de un asunto a otro, entre eventos y vivencias difíciles de relacionar para quienes escuchan, se van sacando los hilos de la madeja enmarañada que se ha hecho la experiencia y el sentimiento.
Con la narración libre de eventos, sentimientos y fantasías, tanto como de sueños, proyectos y deseos, ya con menos emoción, quien habla se muestra ante el grupo con todo candor, pero sobretodo se escucha a sí mismo, reconociendo así los elementos, antes ocultos del rompecabezas que hasta ese momento era la propia situación subjetiva y emociones.
Sea en largas narraciones, o cuando se comentan asuntos en el grupo con base en la propia experiencia, se van conectando eventos y sentimientos, recordando así los detalles de los momentos en que se aprendió o asimiló una particular forma de actuar, ser o responder y las emociones que le acompañan. Esto es parte del trabajo de elaboración que poco a poco permite ir reconociendo el tejido de la propia experiencia, conforme se va deshilando y viendo su detalle, para luego lograr un nuevo y mejor lienzo.
Para hacer posible este fino trabajo, es necesario tener plena libertad de hablar. Por eso es fundamental que cada integrante se sienta enteramente tranquilo en el grupo, por sentirlo y vivirlo como un espacio propio y familiar.
El participante logra tener confianza cuando lo que en el grupo se dice se respeta, sin hacerse parte de chismes y "balconeos" que le hagan sentirse herido, y le lleven a buscar proteger la propia imagen, reservándose asuntos y cuidando lo que habla, como para resguardar apariencias y defenderse de la violencia simbólica de la acción en las palabras de otros.
Todo cambia porque se participa en un medio social en que todos se sienten iguales. En lugar de depositarle a otros mis propias decisiones, buscando una solución mágica e inmediata, por ejemplo con lo que el "especialista" u otro "depositario del saber" ofrece, tengo la oportunidad de buscar y encontrar soluciones propias, con base en todos los ejemplos y muestras que la vida de cada compañero/a ofrece.
La situación de elemental justicia de un grupo en que todos sin excepción hablan de su experiencia, sentimientos y vida, incluyendo en algún momento hasta lo más privado de cada uno, junto con la horizontalidad de la camaradería y fraternidad construidas, brindan una situación de colaboración muy distinta de aquellas en que me tengo que definir como "paciente", "enfermo", "cliente" o "asistido". Es así que se elimina la posibilidad de que el profesional, coordinador, líder u otro se suba en un pedestal que todos sostienen y se haga dueño del saber y la verdad. Esto hace a cada integrante posible el discernir lo que le atañe personalmente y llegar a comprender su vida y experiencia, para eventualmente tomar decisiones propias con claridad y seguridad.
En las reglas y compromisos que se van estableciendo en el grupo, para el cuidado de lo que cada uno dice, se establece además de un espacio social amable y de respeto mutuo, la situación necesaria para la tranquilidad, imprescindible cuando se trata de narrar la propia historia y experiencia. Es así que se logran asociar eventos libremente. Solamente entonces se hace posible ir pasando a las siguientes etapas del proceso terapéutico.
La Escucha y La Interacción Interpretante
“... me di cuenta que estaba mal. Tenía que buscar una ayuda. La busqué por todas partes, pero desgraciadamente muchas veces, a donde tú vas, llegas y no encuentras la ayuda que necesitas. He buscado y ahora estoy aquí. Y la verdad agradezco mucho que aquí se pueda externar eso que me duele, me lastima y me está lacerando por dentro. Siento que poco a poco va a surgir y voy a sanar más rápidamente y mejor para volver a sentirme bien.”
Una cada vez más fina escucha es producto de una situación de confianza, respeto y cuidado mutuos, todos producto de los mecanismos, premisas y formas de interacción que generan la ayuda mutua en el grupo de autoayuda.
Es posible hablar cuando se tiene toda confianza y seguridad de estar en plena libertad para hacerlo. Para quienes escuchan se hace posible poner toda su atención cuando se sabe que interrumpir al que habla queda fuera. Por eso cuando se usa una tribuna al frente es particularmente claro que hay un lugar físico exclusivo para la palabra y la única persona que la tiene. Trabajando en círculo, como es más común mundialmente, hay rutinas claras que hacen del relevo de la palabra una mecánica reconocida y respetada por todos. Y cuando el derecho de expresarse es claramente respetado, la necesidad de hablar con nuestras contrapartes permite decir tanto que la escucha se hace necesaria. Usándose principalmente la primera persona del singular al hablar, lo dicho lleva hacia una muy particular forma de aprender mutuamente.
Al ser yo parte de quienes prestan atención, con la certeza de que lo único que me toca es escuchar, así como por la confianza y tranquilidad del ambiente respetuoso, amable y humano que la noción de la ayuda mutua genera, gracias a la estructura del grupo y junta entro en un proceso de aprendizaje y entrenamiento, para la atenta audiencia de cada persona que toma la palabra.
Se fincan fuertes procesos de identificación porque cada uno habla de su propia experiencia personal. Escuchar a otros se hace un componente clave de mi propio proceso terapéutico, porque cada experiencia de vida y reflexión se convierte en un elemento que termina por ser interpretante de mi propia vida.
Es verdad que la persona a quien escucho habla para y por sí misma, sin intentar decirme algo especial a mi. Mucho menos busca interpretar mi vida y experiencia. Pero cuando escucho con la atención y tranquilidad que "mi" grupo hace posible, me veo y reconozco en la vida y experiencia de esa persona, tal como si de mi propia vida estuviera hablando. Suelo entonces encontrarme en su vida y palabras, recordar lo olvidado y comprenderme, cada vez mejor.
Una persona habla en el grupo y, sin darse cuenta, pone a la vista de todos (salvo de sí mismo) aquello que le hace vivir un sentimiento, temor o dificultad. Cuando eso mismo, excepto por algunos detalles menores es lo que yo vivo, "me cae un veinte" como se dice en México, porque una moneda de veinte centavos, depositada en un teléfono público, caía sonoramente en el depósito, al momento de entablarse la comunicación en la línea telefónica. Es similar cuando se entabla comunicación en términos de vida y emocionales, sobretodo en lo inconsciente, oculto o antes difícil de conocer. Algo hace "clic", y reconozco en mí los motivos y raíz de ese mismo sentimiento, actitud o carácter. Lo dicho por otro se hace entonces interpretante en mi propia persona.
La interpretación es clave para reconocer y comprender aquello que motiva sentimientos, actitudes y formas de respuesta, especialmente las más difíciles de cambiar. Es necesario encontrar el sentido y significado de un evento o experiencia que ocasiona conflicto. Incluso construir nuevas significaciones, mediante lógicas distintas, para comprender de otra forma y destrabar aquello que se encontraba atorado, tapado o negado.
Esto sucede cuando he logrado hacer del grupo una herramienta para este trabajo, buscando y permitiendo que lo ahí escuchado me toque y ayude. Inicialmente este efecto "interpretante" de mi experiencia y sentimientos es solamente una primera aproximación. Puede en casos ser incluso un impacto emocional; un golpe para mi propia imagen e idea de lo que soy y me hace funcionar. Justamente es así que se hace posible llegar a comprender aquello que es necesario ir desentrañando. Para lograrlo debo haber decidido usar el grupo y tener disposición para el trabajo sobre lo emocional.
Precisamente porque el proceso es liberador, aunque el efecto interpretante puede en algunas ocasiones incluso hacernos salir corriendo, habiendo tomado la decisión, pronto regresaremos al grupo, para continuar el aprendizaje y la propia transformación. (Véase también La Palabra, El Grupo y otros textos en la sección de Recursos.)
Elaboración
“Pero donde estaba, todo ese tiempo vivía apartada. Yo estaba, pues muerta en vida. Se siente muy feo. Y ahora digo, mil veces mi libertad a atarme a otra persona de esa forma.”
El vaivén entre catarsis, asociación libre, la escucha y el efecto interpretante de la participación en el grupo de autoayuda brindan la posibilidad de realizar un trabajo que permite elaborar los elementos que generan conflicto subjetivo y emocional.
Independientemente del tema y problema eje que en un grupo particular se trata, parte de la solución se encuentra en la resolución de sus componentes afectivos. Siendo lo humano social y al mismo tiempo emocional, hacerle frente a cualquier proceso de transición de vida implica lograr el reconocimiento del carácter fundamental de aquello que ocasiona dificultad subjetiva. Sea el grupo uno de familiares de personas con Parkinson, adictos, "codependientes", personas con diabetes u otro, siempre será necesario abordar cada integrante/a todo el complejo de significados y experiencias, hasta llegar a un nuevo sentir y comprensión personal de lo que se trabaja.
Análisis y toma de decisiones
“Tú que estás joven qué bueno que te des cuenta y poderte quitar ese velo. Ojalá permanezcas en el grupo, porque si lo dejas y te sigues quedando con la venda, te vas a pasar años como nosotras. Caemos en parejas alcohólicas, agresivas y sólo nos damos cuenta después de muchos años.”
Cuando de asuntos relativos a lo emocional se trata, es solamente como desenlace de este frecuentemente largo proceso de elaboración que se puede llegar a un análisis y nueva comprensión para tomar decisiones, realmente apropiadas para cada uno y lograr luego trazar nuevos rumbos de vida. Se hacen posibles incluso transformaciones en la propia persona que parecían imposibles, reconociendo el pasado, la situación presente y los futuros posibles. Esto es efecto de una profunda comprensión, habiendo ya desbancado prejuicios; temores; mitos y otras versiones de los hechos y experiencias, sentimientos y vivencias.
La liberadora luz de una distinta forma de concebir y sentir una situación de vida que parecía imposible permite reconocer y construir nuevos rumbos y caminos. Se genera así la capacidad de decidir y actuar autónomamente, gracias a la nueva comprensión de aquello que se vivía en conflicto y dificultad.
La autonomía de cada grupo se basa en principios democráticos y mecanismos que producen ambientes de respeto y escucha. Es cuando se cuenta con autonomía grupal que se hace posible que cada uno logre, con arduo trabajo y esfuerzo, libertad y autonomía subjetiva.
Si las decisiones que son necesarias para el grupo son producto del diálogo, atenta escucha, debate franco y comunicación conjunta para lograr consensos, las premisas de la ayuda mutua y la particular forma de interactuar, aprendiendo al compartir experiencias de vida, brindarán la posibilidad de que cada participante lleve a cabo un trabajo subjetivo con carácter y efectos terapéuticos.